Aristóteles consideraba al Hombre un zoon politikon, un animal político, cívico, un animal social, que sólo podía alcanzar la virtud y la felicidad en sociedad, relacionándose con los demás.
Sin embargo, dándome una vuelta por algunos blogs que hablan de política -política española- puedo observar que el insulto y la descalificación campan a sus anchas.
Las ideas brillan por su ausencia, el debate es desterrado, y la exposición constructiva simplemente no existe.
Es una pena que, siendo como somos zoon politikon, utilicemos la política como arma arrojadiza contra el adversario, y no como un medio para, entre todos, llegar a una sociedad mejor y más justa.
Al que no piensa como uno, no se le rebate con argumentos, sino que rápidamente se le etiqueta -facha o rojo- y todo solucionado, se acaba la racionalidad y aparecen los bajos instintos.
La política, últimamente, en vez de solucionar problemas, los crea.
Creo que el panorama tan negro que describes oculta detrás, como tantas cosas, un transfondo económico. Los politicos hacen lo que sea, (crispar, engañar, ocultar..) con tal de mantenerse en el poder y seguir controlando los hilos de la economia para enriquecerse ellos,sus familias y sus amigos. Por supuesto que hay excepciones pero ello no hace más que confirmar la regla.
ResponderEliminarTendríamos para otra entrada: ¿el Poder corrompe?
ResponderEliminarSi maquievale estuviera vivo, se echaría las manos a la cabeza, sin duda. Saludos. La política es una mierda, con perdón de esta digna palabra.
ResponderEliminarEso pasa por tener dedicados a la "cosa pública" (que no a la política) a mediocres que no se lo toman como un servicio si no como una actividad laboral y una forma de vida, bien pagada y sin muchas responsabilidades.
ResponderEliminarQue haberlas, haylas, pero que en este país de ciudadanos adormecidos no se condenan.
Hay que elevar el nivel del debate de ideas, porque ahora mismo está en el fango, pero eso es muy difícil cuando ni tan siquiera somos ya seres dialógicos. No dialogamos, sino que monologamos. Lo que diga el de enfrente nos importa un carajo. Tan sólo queremos colocar nuestro mensaje, haciendo oídos sordos a nuestro interlocutor. Hablamos mucho, pero no decimos nada, y además no escuchamos, así que nuestro discurso, endogámico y autista, se empobrece cada día un poco más.
ResponderEliminar